Pareciera que la guerra, la violencia, el acoso y el maltrato no tuviesen sentido, pero lo tienen. Están arraigados en una combinación de nuestra parte más primitiva, la supervivencia egoísta y aquella más moderna: el relato, el elemento que nos hace humanos y, a la vez, conscientemente mortales.
El "bullying", el acoso y el encaje en la escuela, a menudo son vistos como un defecto de crecimiento infantil o adolescente: “Ya madurarán”. Pues no, esta violencia en las escuelas no es otra que la violencia social que hay por todas partes.
Luchar contra "un" tipo de violencia o de maltrato, no tiene sentido, puesto que el mantenimiento de las otras lo visibiliza, pero no lo anula.
La violencia no viene de los débiles, ni de los pobres, ni de los extranjeros. La violencia arraiga en el corazón miedoso de los poderosos, como decían los clásicos, es hija del miedo y compañera de la guerra.
Darnos cuenta de que esta violencia se justifica, se ejerce y se excusa, mediante recursos lingüísticos, literarios, sintácticos y en varios relatos (siempre parecidos), es quizás el más claro objetivo del taller. Ser conscientes del origen del mal, del coro de la serpiente y e la lengua venenosa